COMO ERA POCO LO SOPORTADO AHORA EN RAMOS Y EN LUZURIAGA TENEMOS
Radiación electromagnética
Torres de telefonía celular: Les ofrecemos una síntesis del debate sobre su instalación en los barrios. foto: EN EL CUARTEL CENTRAL DE BOMBEROS , em las calles Cerrito y Alvarado, Torre de Carrasco y Triunvirato
El uso de la telefonía celular móvil fue uno de los avances tecnológicos más significativos de las últimas décadas, al menos en lo que respecta al impacto en los hábitos del público consumidor. La infraestructura de estas compañías de telecomunicaciones se fue extendiendo a lo largo del país para dar la mayor cobertura posible, y en casi todas las localidades han aparecido torres transmisoras sobre edificios o en baldíos. Pero en el mundo entero mucha gente está llamando la atención sobre las consecuencias que podrían traer aparejadas estas tecnologías. Se ha generado un fuerte debate en la comunidad científica respecto de los efectos de estas radiaciones electromagnéticas sobre la salud humana.
Según algunos científicos, las ondas electromagnéticas que se emiten desde estas torres y que son recepcionadas en los teléfonos celulares, causan daños en las membranas que recubren a las células, pudiendo generar tumores cerebrales, y favoreciendo desórdenes como el Parkinson o el Alzheimer; además de dañar el sistema inmunológico reduciendo sus defensas, y también se sostienes que inhiben ciertas hormonas que produce el organismo causando entonces insomnio y estrés. Los efectos dañinos aumentarían sobre la población más cercanas a estas torres y sobre todo en niños, bebes y embarazadas.
Por otro lado, la mayor y más reconocida organización dedicada a la salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS), todavía no dio una definición contundente al respecto, ha puesto el tema en estudio a través de investigaciones epidemiológicas que darán resultados recién a fines de 2006.
En esto último se basan las compañías de telefonía celular para seguir con su negocio y desacreditar otras opiniones.
Esta falta de acuerdo en la comunidad científica, y la danza de millones de dólares en juego, mantiene a los gobiernos y funcionarios en un estado de inacción, ya que son contados los legisladores que se han preocupado por elaborar algún proyecto de regulación y prevención sobre la instalación de estas torres*. Mientras tanto, los ciudadanos que consumimos estos servicios, y los que no los consumimos pero tenemos que lindar con estas torres, estamos haciendo el papel de conejillos de indias. Voluntaria o involuntariamente todos estamos formando parte de este gran experimento. Valdría la pena que los políticos se acerquen a nuestros investigadores y científicos (por supuesto a aquellos que tengan una posición independiente y desinteresada) para aclarar finalmente qué es lo que pasa con estas nuevas tecnologías, y ante la momentánea falta de acuerdos científicos se debería generar algún tipo de salvaguarda que proteja a quienes serían más susceptibles a los efectos de estas radiaciones. Por ejemplo se podría establecer una normativa que prohíba la instalación de estas torres en cercanías de colegios o centros de asistencia médica.
*La legisladora porteña Marta Talotti presentó en el 2002 un proyecto para regular la instalación de estas torres de transmisión.
Foto:Torre ubicada en Pasteur y Triunvirato.
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